Temas contemporáneos
Arturo Seminario Dapello
Globalización y migración
De los cuatro aliados de la II Guerra Mundial tres de ellos profesaban las mismas o similares convicciones políticas. Uno de ellos, que profesaba otras convicciones políticas, era aliado sólo para propósitos militares. De modo que sólo permanecía ahí para vencer al Eje, sobre todo a Hitler y al nazismo. Por eso cuando culminó la II Guerra Mundial Estados Unidos, el Reino Unido, y Francia fomentaron e incentivaron el sistema democrático, o de selección de gobernantes mediante elecciones. En el caso de el Reino Unido y de Francia así lo hicieron, en especial en el proceso de descolonización de las que fueron sus colonias. El otro, en ese entonces la Unión Soviética, ahora Rusia, se mantuvo en la concepción de Estado totalitario, de partido único, y la extendió a todos los países bajo su ámbito de influencia.
Como era previsible, los países democráticos estaban más abiertos al intercambio de ideas, y por ende de bienes y servicios. En cambio, los países autocráticos estaban más cerrados al intercambio de ideas, y por ende de bienes y servicios. Ello convirtió a los países democráticos en los iniciadores de la globalización, y por ello primeros partícipes de su fenómeno más visible la multilateralidad. La multilateralidad se dio integrándose a organismos internacionales o financieros o no financieros o ambos. Los organismos internacionales financieros se concibieron con objetivos más bien permanentes, por cuanto estaban referidos a asuntos transables, que podían ser cuantificable o mensurables. Ese fue el caso del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, o del Banco Interamericano de Desarrollo. Los organismos internacionales no financieros fueron concebidos con agendas y organigramas que mudaban según los propósitos u objetivos políticos prevalecientes. Así, en tanto las ideas iban cambiando se formaban corrientes de opinión que transitaban por estas vías. Ese fue el caso de Naciones Unidas y de la ya existente Organización de Estados Americanos.
El intercambio de ideas, bienes y servicios inevitablemente ha conllevado al tránsito de personas. Pero tratándose de personas la diferencia entre migración e invasión siempre ha sido un asunto de magnitudes. Con las transferencias de servicios tecnológicos ha sido frecuente el envío de ingenieros, técnicos, y otros profesionales próximos a la vanguardia de la producción. Estos migrantes han sumado a la Balanza de Pagos o al Producto Bruto del país receptor. Algo parecido ha ocurrido con la mano de obra para suplir una demanda no satisfecha. Pero las cuantiosas migraciones, que se traducen en una resta para la Balanza de Pagos, el Producto Bruto, o el orden interno, han tenido para el país receptor el efecto de una invasión. En estos casos la responsabilidad de los gobernantes del país de origen se diluía, al aliviarlo de mantener a parte de sus ciudadanos que los asumían sus vecinos.
En lo financiero en rigor el Estado es un sistema de transferencias. Se recaudan tributos de los que están consumiendo, vía impuestos indirectos, y de los que están produciendo, vía impuestos directos. Estos tributos pasan a poder de los administradores del bien común, esto es, los políticos electos y/o nombrados que disponen del presupuesto público. Ante migraciones invasivas los contribuyentes se interrogan hasta dónde y quiénes se extiende su obligación tributaria. La reacción mayoritaria es por ser solidarios con sus conciudadanos pero no con los extraños migrantes. De modo que los contribuyentes, de variadas formas, reaccionarán en contra de los políticos administradores del bien común que autorizan migraciones invasivas. Por lo cual todo indica que en la globalización futura uno de sus aspectos, la migración, será menos abierta. La migración selectiva continuará floreciendo. Pero la migración masiva, invasiva, a título de crisis humanitaria, asilo, etc., será mucho más restringida. Pocos van a querer trabajar para pagar impuestos que contribuyan a sostener el fracaso de gobernantes inútiles e ineficientes de otros países.
Selección de los administradores del bien común
Para seleccionar quienes llegan a la cúspide en las democracias se usa el sistema de elecciones. En países más avanzados las propuestas habitualmente provienen de partidos con pasados ideológicos prexistentes. Pero en países menos desarrollados las propuestas muchas veces provienen de empresas electorales, o aventuras de corto o mediano plazo, nacidas alrededor de alguna fuente proveedora, alguna extendida organización, algún caudillo, etc. En estos casos la cohesión de sus miembros es muy poca. Por lo cual hay tendencia a que cada uno se autogestione, en función de su propio avance y sus propios intereses.
En consecuencia, hay notoria aproximación entre los políticos administradores del bien común y los proveedores o suministradores para obras públicas. Ello rompe la continuidad de las obras públicas. Con cada nueva autoridad se cancela lo que se venía haciendo para reemplazarla por otro proyecto. Ello genera parálisis y costos. Esta falta de continuidad que hay en las democracias, en especial de los países menos desarrollados, tendría que ser resuelta con planes, sobre todo de infraestructura y gran inversión, que sean de mediano y hasta largo plazo. Las bondades de la continuidad para la infraestructura y la gran inversión lo están demostrando las autocracias como China. Al ser gobiernos autocráticos de partido único no hay problemas de continuidad. Los planes se establecen a muy largo plazo. Este es un asunto que les cuesta mucho a las democracias, más todavía las de los países menos desarrollados. Por lo cual se tendrán que encontrar soluciones que, sin dejar de ser democracias, superen a la desgastadora práctica de control posterior seguido de prolongadas acciones penales. Pues éstas, si bien mantienen entretenida y a la expectativa a la población, no contribuyen ni a la inversión ni a la producción, que es lo primordial y realmente importante. Más bien el costo de perder el tiempo en asuntos penales y de control no atrae el crecimiento sino que lo ahuyenta. Y todo ello nace cuando las legislaciones electorales promueven la multiplicación y proliferación de agrupaciones políticas. Cuando lo correcto es un número razonable de partidos, que encaucen las ideologías existentes.
Orden y punición
En la etapa imperial, previa a las democracias, la forma de rehabilitación habitual era el trabajo, en las colonias penitenciarias del Estado. Países como la Guyana francesa, Australia, y algunos otros fueron colonias penitenciarias, como también lo fue Siberia. Con el tránsito hacia las democracias el eje central fue dejando de ser el Estado para pasar a ser la persona humana. Pero en las autocracias de partido único el eje central ha seguido siendo el Estado. No son los anhelos de cada individuo lo que importa, sino los anhelos de la colectividad en su conjunto. Y los anhelos de la colectividad en su conjunto los identifica y promociona el partido único. Como consecuencia, las democracias fueron dejando la rehabilitación por el trabajo y hasta la pena de muerte, en tanto que en las autocracias más bien se mantuvieron.
Sin embargo, es probable que las democracias se endurezcan algo, ante el incremento de la delincuencia por el exceso de tolerancia, así como el gran poder de fuego de las bandas. En cambio, las autocracias podrán más bien tender a flexibilizar algo su mayor rigidez, sobre todo en sus sanciones a los disidentes. Debido a las mayores comunicaciones, trasciende mucho y muy mal el rigor punitivo a quienes no se alinean con el pensamiento oficial. Tanto es así que los trabajos forzados en zonas inhóspitas y los juicios sumarios seguidos de ejecuciones han estado disminuyendo. Claro que han aparecido muertes repentinas por accidente o atribuidos a extraños factores físicos o químicos. En estos casos ya no hay la evidencia plena sino sólo el rumor. Lo que prueba un mayor recato para eliminar personas, señal que los mecanismos penales se van volviendo más cautos en las autocracias.
06/02/2024
Fuente: cbaglobal
* La SPDI deja constancia que las opiniones vertidas en la
presente columna reflejan solo el punto de vista de la persona autora y son
exclusivamente atribuibles a ella.